Hoy vamos a proponerte un paseo por una preciosa zona de Mallorca, que tienes a poco minutos de distancia de nuestro hotel.
La Finca Biniagual es donde están ubicadas unas bodegas con el mismo nombre y que en su área encuentras un pequeño “llogaret” (aldea) que seguro que te fascinará.
El nombre de Biniagual viene de la ocupación árabe. Se trataba de una alquería dedicada a la agricultura, y su nombre árabe se pronunciaba “beni ahual”, que significa hijo del bizco. Tras la conquista de Mallorca por Jaime I, la propiedad paso a manos de los vizcondes de Bearn, que en 1264 lo donaron al convento de Jonqueres en Cataluña quienes plantaron allí olivares, viñas y cereales.
En el siglo XVI, Biniagual no era más que un pequeño pueblo con seis casas, aunque despoblado a causa de la peste de mediados del siglo XVII. Sin embargo, a principios del siglo XVII sus habitantes volvieron a dedicarse a la ganadería, criando ovejas y cerdos, así como a la viticultura y el cultivo de olivos, algo muy propio de la zona de Binissalem.
A principios del siglo XIX, la viña sustituyo a los olivos, hasta que cuando llegó la filoxera a primeros del S. XX, las viñas murieron irremediablemente. Los habitantes de la aldea intentaron revitalizar el negocio agrícola con el cultivo de almendros e higueras, así como con la cría de ovejas y cerdos, pero, poco a poco renunciaron a este tipo de agricultura poco rentable, y abandonaron el “llogaret”. A mediados del siglo XX, Biniagual era una zona olvidada y estaba prácticamente en ruinas.
Hacia la mitad de los sesenta, el alemán Klaus Graf, propietario de una gran empresa del acero, entre ellas la marca de cocinas y baños TEKA, llegó a Biniagual. Allí descubrió un pueblo formado por casas en ruinas y campos devastados por las plagas. Decidió comprarlo. Lo que para muchos era una locura, para él supuso la materialización de un sueño surgido de los horrores de la Segunda Guerra Mundial: poseer unos terrenos que permitieran a su familia autoabastecerse.
Por aquel entonces Klaus era un economista de 37 años nacido a orillas del Meno. Después se convirtió en el influyente y millonario dueño de Puerto Portals. Se propuso reactivar la agricultura y desde 1989 se dedicó a restaurar las casas del pueblo.
Pero por fin, en 1999, llegó el gran momento. Por fin se volvía a cultivar la vid en Biniagual, dando como resultado un vino exquisito, excelente, que puedes degustar en las visitas a la bodega, así como a la aldea, que ofrece la propia finca.
No olvides probar el Verán, el Gran Verán, así como la variedad autóctona de Mallorca, de un sabor único y lleno de matices, llamado Mantonegro. ¡Una auténtica delicia para los amantes del vino y de las experiencias de calidad!
En el Hotel Palladium estaremos encantados de ayudarte a encontrar un hueco en esta visita tan excepcional.
Créditos: demicasalamundo.com, fincabiniagual.com
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